Idiomas imaginarios

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[Esta serie de posts, originalmente publicada en el sitio Anthologi.ca entre 2014 y 2017 en inglés, contiene observaciones que critican parte de la práctica actual de la ideolingüística, sugiriendo formas de remediarla. El primer sermón es una reacción a las conlangs que consisten en solo una fonología suelta o que se presentan de forma inadecuada al enfocarse en las preguntas básicas de la tipología. El segundo presenta consejos para mejorar la práctica. El tercero expone diferentes aproximaciones a la decisión sobre qué rasgos usar, ya sea gramaticales ya sea léxicos. —Renato Montes, traductor.]

Sermones de heterodoxia
por H13 y Twabs

Algo de heterodoxia
por H13

La observación reciente de Miekko en su blog, expresando que la ideolingüística sufre del problema de que hay un montón de ““fonologías”” por todas partes sin nada más que las acompañe, me puso a pensar.

No es que tal sentimiento sea nuevo en particular, o algo por el estilo. El blog antes mencionado se basa en su totalidad en esta suposición, y en mi círculo de ideolingüistas ha sido por un tiempo una especie de consenso silencioso. No, de lo que me di cuenta es de que este es solo un aspecto del problema, y nuestro estimado autor del blog lleva tiempo escribiendo basándose en esto también, pero nunca lo ha mencionado a voz alta.

El problema es que mucho de la ideolingüística se hace en generalidades vacías.

El procedimiento estándar, recomendado por todos los manuales, es empezar con una estructura tipológica y luego seguir hacia adentro; el fenómeno de la tabla de fonemas es lo más extremo de todo esto, pero los siguientes pasos no son mejores que digamos: decidir sobre el orden de palabras, sobre la tipología flexional, etc., etc.

Por supuesto, al lector que sabe de lingüística (el cual, en el momento de publicación, se trata de todos los lectores) le queda claro que tales rasgos tipológicos son de validez cuestionable, y que incluso cuando hay una buena razón para pensar que constituyen información útil, desde la perspectiva de la ideolingüística, esos rasgos no dicen absolutamente nada acerca del idioma. Usando un estimado conservador, hay alrededor de 2500 idiomas de orden SOV en el mundo. Al considerarse que estos están distribuidos en múltiples continentes y un gran número de familias, queda claro que tal información es quizá útil para los tipologistas, pero no para el o la ideolingüista, quien suele tener más interés en describir un solo idioma y no miles.

Aun así, muchos ideolingüistas parecen crear nada más que entradas que irían en bases de datos de tipología. ¿Nos sorprende entonces que sean muy pocas las conlangs que se destacan siquiera algo? Si la información que se me presenta es equivalente a lo que podría leer en WALS, voy a pasar la misma cantidad de tiempo leyéndola que la que pasaría leyendo WALS. Las mejores conlangs tienen el rasgo singular del detalle.

Y lo interesante es que no importa cuántos detalles tengas. Basta con tener unas pocas peculiaridades interesantes para hacer memorable la conlang. Considérese cualquier conlang de nuestro miembro Nortaneous. La mayoría de las conlangs, al resumirse en una oración, se vuelven algo así como: “tiene 25 consonantes, 10 vocales, es SVO y aislante”. Con Nortaneous, tenemos “¡la puta conlang flexiona los sustantivos para el tiempo/aspecto/modo del verbo que los manda @#!%!”. Lo mismo va para cualquier buen ideolingüista.

Lo mejor de todo es que lleva sumamente poco trabajo el satisfacer este criterio. Cualquiera de las conlangs miniatura de Miekko lo satisface, y ese blog tiene muchas entradas y se enfoca en hacer posts cortos. No sería difícil expandir tales conlangs miniatura hasta el punto de considerarse “muy completos” según los estándares de los ideolingüistas, ya que derivar las estructuras generales desde los detalles es un poco más fácil que lo contrario. De lo que es necesario darse cuenta es de que es perfectamente posible empezar por los detalles. No toda la gente se da cuenta.

Comentarios

Rhetorica:

En uno de los primeros episodios de Conlangery (el #4, creo) Bianca propugna un método generativo de hacer ideolingüística, en vez de un método de satisfacción tipológica; ella genera texto cuya apariencia y cuyo sonido sean de su agrado, luego intenta decodificarlo, haciendo modificaciones hasta que encuentra un balance entre una arquitectura semánticamente consistente y un resultado apropiadamente biensonante (o malsonante). Este método provee un control inmediato de cómo se ve y se siente el producto, y es algo de lo que me he sentido tentada a utilizar. Tengo planeado hacerlo para el paligu, en vez de fabricar ciegamente una tabla de afijos por adelantado, y creo que producirá un resultado que se sienta mucho más natural.

H13:

No sé, ¿acaso la Caja de herramientas de Mark Rosenfelder se dirige a fetichistas del análisis?

Bueno, no importa, igual creo que, expandiendo un poco el alcance del método, esto podría funcionar bien —en realidad no es más que una guía a la ideolingüística de expresión libre, lo cual parece ser en general la especialidad de la gente de Anthologi.ca. Yo lo usaría sin duda alguna.

Rhetorica:

Admito que la Caja de herramientas no se dirige a ellos; es bastante agnóstico. Pero la comunidad, incluyendo el foro ZBB, está tan llena de fetichismo por el análisis que se necesita algo que haga contrapeso de todos modos.

Torco:

Bueno, supongo que tiene sentido si lo que se desea es que la conlang sea destacada y/o famosa... pero pensándolo bien, ¿qué tan famoso es el blog de Miekko, el cual parece ser muy interesante pero que no recuerdo haber oído mencionar antes?

En todo caso, le doy todo mi apoyo a esto de derrocar la tradición de “el inicio de una conlang es el inventario de fonemas y algunos rasgos tipológicos”. Yo por mi parte estoy empezando por el léxico en mi conlang actual. Veamos cómo me va.

Heterodoxia: Ideolingüística 101
por H13

Me he dado cuenta de que mi primer post de heterodoxia tiene un problema: está dirigido a gente que ya sabe más o menos lo que hace. Es más, pensándolo bien no es mucho más que un post en el que me digo a mí mismo que debo ser menos absurdo.

Así que he aquí algunos consejos que me imagino son aun menos controversiales (¿quizá debería renombrar a esta serie de posts “Ortodoxia”?), escritos para quienes empiezan a crear idiomas o que han pasado mucho tiempo sin aprender cosas nuevas.

Aprende de tipología

No puedo hacer suficiente énfasis en esto. La tipología es lo más importante de lo que un ideolingüista debe aprender. De morfología, de sintaxis y de fonología solo se necesitan conocimientos rudimentarios ya que después de cierto punto se degeneran en teorías esotéricas cuasimetafísicas sobre la estructura formal del lenguaje humano que son probablemente de poco interés para un ideolingüista (y que por consecuencia, no son estudiadas a ninguna profundidad por la mayoría de la gente, según veo las cosas). La tipología, por otro lado, es absolutamente vital para producir algo de calidad, ya que se encarga del meollo del asunto de por qué un idioma es lo que es. La tipología estudia la sistematicidad pancrónica y cómo los sistemas interactúan para formar nuevos sistemas. Un idioma es lo que es debido a que ha cambiado comparado a cómo solía ser, y un idioma cambia debido a su propia naturaleza. En verdad es la disciplina madre —y además, leer de tipología te expondrá a muchos ejemplos prácticos de las estructuras de los idiomas del mundo, lo cual es excelente para comprender y para inspirarse.

Sin embargo, ¿acaso la tipología sola puede proveerte de los conocimientos suficientes para realizar la conlang de tus sueños? Quizá no. Por ende:

Debes saber lo que haces

Parece obvio, pero es más profundo de lo que parece. Para cualquier proyecto, no es suficiente tener conocimientos generales. Siempre se necesita al menos de cierto conocimiento especializado relacionado a lo que se quiere hacer —y para obtener tal conocimiento, necesitas aprenderlo. Para aprenderlo, debes saber qué estudiar. Antes de hacer algo, comprende lo que quieres e investiga lo que sea relevante.

Más conocimientos generales son buenos a la larga también, por supuesto. Es por eso que estos son el punto número uno (la tipología), pero suplementarlos es vital. Si voy a elaborar un idioma polisintético, bien voy a necesitar estudiar algo sobre cómo funcionan tales idiomas. Si voy a elaborar un idioma alienígena, primero debo saber cómo estos se comunican y luego diseño el idioma según cómo lo hacen. Si voy a elaborar un idioma diseñado de manera que, en teoría, un compilador computacional pudiera entenderlo, primero debería poseer bases en tales cosas como la lógica formal o las teorías generales de la comunicación —aquí es donde las teorías más profundas del lenguaje natural resultan útiles.

Pueda ser que piensas, “¿¡Qué, eso es demasiado!? ¡No quiero hacer eso!”. Bueno, detesto tener que ser honesto contigo, pero:

Lo que sabes no es suficiente

No, que conste que lo digo en serio. Yo sé que esta frase la dicen y redicen por todas partes muchos profesores, pensadores, escupidores de palabras de moda así como gente que se la lleva de intelectual, pero la triste verdad es que nunca se deja de aprender. Piénsalo de esta manera: incluso si quisieras crear un idioma que simplemente te plazca, muy pocas personas empiezan tratando de hacer un idioma que imite en todo respecto su lengua materna. Algunos lo hacen, por supuesto, y estos tienden a estar bien equipados para la tarea, pero la mayoría prefiere jugar con el lenguaje. La mayoría suele tener una buena idea: los elfos hablan mi idioma, y los elfos tienen esta característica particular, y por eso su idioma es así.

Esto lleva inevitablemente a pasos más y más elevados según los principios del arte de la ideolingüística. Por supuesto, hay una forma de escaparse: pueda ser que te guste algo simplemente porque no sabes que es malo. Mucha gente sigue esta ruta; a menudo es porque no pueden hacer algo mejor, a veces es porque no quieren hacer algo mejor. Este, sin embargo, es un camino vil y propio de cobardes. Espero que con este texto algunos se inspiren a majorar.

Esto pueda ser que parezca arrogante, o incluso excesivamente crítico, pero considera el tercer principio. ¡Nadie es perfecto! El autor de este texto con seguridad no lo es, ni los mejores ideolingüistas, quienes sea que sean. Pero es importante agregar, creo yo, que hacer un esfuerzo vale la pena. Pueda ser que no llegues a una especia de cumbre teórica, pero cualquier persona con deseo de aprender es recibida por la comunidad mucho mejor de forma casi automática, comparado con el tonto que va y viene sin saber que es un tonto. Y estoy dispuesto a apostar que la mayoría de la gente, al alcanzar algo tras mucho esfuerzo, se siente mucho más realizada, más satisfecha por las cosas que logró hacer, que si esta misma gente hubiera hecho algo sin inspiración.

¡Inténtalo!

Heterodoxia: Ideolingüística 103
por Twabs

No me atrevería a llamarme un buen ideolingüista, ya que no tengo ni la educación ni la experiencia. Pero aun así quisiera ofrecer algunos consejos.

Mucha gente, cuando empieza a crear su primer idioma, crean el vocabulario simplemente escribiendo nuevas palabras que corresponden a palabras de su materna. A esto se le suele llamar relexificación, ya que es equivalente a recrear el léxico. Por supuesto, esto es suficiente para el ideolingüista principiante, quien se divierte suficiente diciendo palabras alienígenas. Leže žakbidak, decía yo al desear a otros un happy birthday o feliz cumpleaños —ya que žak significaba birth- y bidak -day. Así era el qoqqkyuk1 (pronúnciese /kɑxjʌk/), mi primera conlang.

Este es el primer instinto: repetir todo lo usual, con las diferencias triviales, y para el propósito práctico es suficiente.

Una variante del primer instinto surge al aprender, e imitar, algún otro idioma. Fue así que, al aprender latín básico, me encontré con el deseo de recrear el idioma, en parte por percibirlo como superior —(sarcasmo) ¡después de todo, la presencia de flexiones que permiten un orden de palabras libre es obviamente mejor y más lógica!— y en parte por querer crear algo que sabía que iba a ser interesante. Así nació el kyndae, el cual flexionaba los sustantivos de esta manera:

Primera declinaciónSingularPlural
Nominativokíndakíndae
Posesivokíndekkíndaek
Relativokîndkîndon
Dativokíndeskíndos
Vocativokíndëkindêa
Dativo/Ablativokîndinkíndept
Temporalkîndiʃkíndeʃ
Locativokîndigkíndeg

Las terminacions del nominativo en particular no tienen excusa para nada. El vocativo también tiene algo peculiar: el uso de ë no es más que un tolkienismo. En aquel momento empezaba a darme cuenta que quizá debía usar mis propias ideas: el patrón de los acentos agudo y circunflejo es excesivamente griego, sí, pero no había estudiado nada de griego en ese entonces por lo que este debe de haber sido invento mío. Aun así, esto refleja sobretodo un uso del primer instinto, ya que simplemente estaba repitiendo lo que había visto ya.

Pero no todo. No copié los casos latinos del todo; se puede ver que partí el genitivo en dos, el “posesivo” y el “relativo”, y que fusioné el dativo y el ablativo. Esto muestra una forma de pensar que también es muy común, no solo entre los principiantes pero también entre los que llevan muchos años creando idiomas. Ven imperfecciones en los idiomas reales: redundancias, ambigüedades, palabras y flexiones arbitrarias, y luego desean elimnarlas con el fin de mejorar su idioma. Entonces toman palabras que cubren un campo semántico amplio, y lo dividen, de manera que “el hombre” se vuelve una palabra cuando significa “la humanidad” (como en el hombre y su mundo), otra cuando se refiere a lo opuesto de “mujer”, y otra cuando significa “adulto” (lo contrario de “niño”). También colapsan sinónimos, de manera que “niño” y “chico” son la misma palabra, o “(persona) joven” y “adolescente”. También a menudo crean terminaciones flexionales, o grupos de palabras relacionadas, que se distinguen por un solo sonido, de manera que “primavera”, “verano”, “otoño” e “invierno” se vuelven keta, keti, keto, kete (ejemplo tomado de la conlang arka, de cierto ideolingüista japonés). En mi idioma, el kyndae, hice esto; se puede ver que colapsé el dativo y el ablativo en un solo caso (ya que, al menos en ese entonces, no comprendía bien la diferencia en latín), que partí el genitivo en dos creando el “posesivo” (el cual describía posesiones, como “el libro del padre”) y el “relativo” (el cual describía una relación hacia algo, como “el señor de los anillos”). El fenómeno de la distinción por un solo sonido no aparecía en los sustantivos, pero sí en los verbos donde el patrón de flexión era þôtu, þôntu, þôtë, þôta, þônta, þôti, con una consonante diferente para cada tiempo/aspecto/modo.

Este es el segundo instinto, el que rechaza el primer instinto. Semejante ideolingüista decide crear un idioma que no es como el que conocen, pero con el propósito de hacerlo diferente, de hacerlo mejor. Desafortunadamente, esto es por varias razones una forma mala de crear un idioma. La redundancia es importante en el lenguaje, ya que la mayoría de la comunicación es ruidosa (es decir, la señal se distorsiona por varios ruidos, ya sean ruidos literales auditorios o simples fallas de decir correctamente lo que se quiere decir). Los que parecen ser sinónimos suelen diferir en ligeras connotaciones, siquiera en registro. Del lado contrario, las palabras que tienen un campo semántico amplio son útiles cuando se hace referencia a múltiples aspectos del mismo campo: “el hombre” sugiere la imagen de alguien que es de sexo masculino y adulto, quizá en una manera que implica que es, de cierto modo en la conversación, un espécimen humano cualquiera. Y las palabras (o morfemas) que difieren ligeramente son una idea malísima, ya que la distorción antes mencionada puede hacer que el oyente perciba la palabra equivocada —confundir /keta/ y /keto/ es mucho más fácil que /pɾimaˈbeɾa/ y /oˈtoɲo/ —y en semejante caso el contexto no ayuda; mientras que incluso una frase pequeña como “en primavera” no permite interpretar la segunda palabra como “prima vieras” ya que no tiene sentido, pero en la conlang arka el oyente podría llegar fácilmente a la conclusión equivocada.

Desgraciadamente, muchos creadores de idiomas auxiliares resultan víctimas de esta falla de diseño. El esperanto, la conlang más conocida y exitosa, distingue el presente, el pasado, el futuro y el condicional con una simple vocal: -as, -is, -os, -us. Los que diseñan conlangs artísticas tienden a evitar esto, ya que no desean necesariamente hacer a su idioma mejor, pero a veces ha ocurrido. Por supuesto no hay nada malo en utilizar esto un poco —especialmente en las terminaciones de las flexiones, aunque también en el léxico (considérense where “dónde” y when “cuándo” en inglés)— pero no se debería considerar parte de un diseño ideal.

Cualquiera que haya leído los consejos de H13 para crear idiomas conoce la vía para crear conlangs buenas: aprende de tipología. la ideolingüística es como cualquier arte. Para comprender cómo se escribe una canción, para saber todo lo que hace a una canción sonar bien, bueno —se te puede informar de algunas de esatas cosas, claro está, pero lo más importante es escuchar mucha y mucha música. Tratar de crear un idioma cuando lo único que conoces es tu lengua materna es como escribir una canción cuando lo único que has oído es una sola canción de los Beatles, o una sola sinfonía de Brahms. Incluso si sabes que una canción debe tener sonido, melodía, armonía, orquestación —esto no ayuda si nunca has oído diferentes tipos de armonía u orquestación. Incluso si conoces todas las reglas y guías sobre el contrapunto de primera especie, estas no te servirán para escribir un hermoso coral —a menos que hayas pasado mucho tiempo oyendo la música de Bach y entiendas cómo se aplican estas reglas. Lo digo por experiencia, ya lo he intentado. De la misma manera, si intentas poner un antipasivo en tu idioma, incluso si sigues todos los rasgos universales en WALS, no lo harás de forma completamente correcta, y con seguridad no de forma interesante.

La manera de crear una buena conlang es tener un conocimiento de muchos idiomas diferentes y de muchos rasgos lingüísticos, es haber pasado años leyendo artículos de revistas científicas de lingüística, y después elegir algunos rasgos de estos idiomas y así con ellos juntos construir un idioma. Esto te proveerá de una fonología, una gramática y muchos detalles importantes de cómo funciona tu idioma en un nivel fundamental. Si pasas mucho tiempo leyendo diccionarios, o aprendiendo otros idiomas de forma práctica, esto también te proveerá de un vocabulario.

De esta manera, todo lo que necesitas para crear idiomas te lo puede proveer el primer instinto. Tu idioma sería realista; no se parecería a ningún idioma terráqueo al estar formado de trozos tomados de muchos idiomas; sería interesante, por supuesto, ya que hay un sinfín de idiomas con rasgos absolutamente extraños.

Pero es demasiado esfuerzo.

Cuando lo único que conoces es tu lengua materna, y quizá algo de latín, y quieres hacer algo nuevo, e interesante, y diferente, te apoyas en el segundo instinto. La meta no tiene por qué ser hacer a tu idioma mejor, simplemente debe ser diferente. El segundo instinto es el segundo por que rechaza el primero; el primer instinto es repetir las cosas, el segundo es hacer las cosas de manera diferente. Pero el segundo instinto tiene un problema; es muy predecible. Divide las palabras y los conceptos gramaticales poniendo divisiones diferentes a las de los idiomas naturales, pero lo hace poniendo divisiones obvias, y estas, con pequeñas variaciones, son objetivas y universales.

Cada vez que miro una palabra y pienso cómo la traduciría, qué campo semántico le daría, lo primero que hago es pensar cómo se hace en los idiomas que conozco. Luego considero cuáles son los divisiones semánticas. Luego considero ambas opciones, y me pregunto: ¿cuáles serían otras maneras de definir el rango del significado de esta palabra? Y sin consultar ningún diccionario, tomo la decisión. La palabra avé significa ‘colina’, pero no cualquier ‘colina’. Significa una colina cubierta de vegetación o madera, pero no se puede referir a una cubierta de maleza seca o de nada más que tierra, o una protuberancia rocosa. Luego, habiendo dado tal definición, me pregunto: ¿qué palabras similares existen? Rechazo el segundo instinto que me dice que debería crear una palabra correspondiente que se refiera a una colina sin vegetación —tal concepto quizá se exprese con un adjetivo— pero sí formo una palabra que significa “tor, casquete”, hueton. Una colina contrasta con una montaña, tal y como en mi lengua materna: la palabra para montaña es edris, y edris se usa para todo tipo de montaña, sola o parte de una sierra, sin importar cuán alta sea, sin importar si tiene nieve en la cumbre o no. Quizá la distinción de tamaño es diferente, y hay colinas que llamaría edris. Y luego añado una palabra que se refiere a una serie de colinas, eresé. En esto también rechazo el primer instinto —ya que tal palabra no existe en ningún idioma que conozco —pero el segundo también, ya que este me dice que simplemente puedo usar avé en el plural. De hecho, tanto decido rechazar el segundo instinto que impongo que el plural de avé es incorrecto.

Este es el tercer instinto, el instinto de rechazar el segundo instinto —a veces a favor del primero, como en mi palabra para “montaña”, pero a veces en favor de algo diferente, de una tercera vía, considerando simplemente todas las formas en que se puede utilizar “colina” o algo similar a “colina”, trazando divisiones arbitrarias en la arena. Haciendo esto, creo un mapa semántico de cuatro palabras, las cuales no corresponden a las divisiones semánticas de ningún idioma que conozco, quizá a las de ningún idioma sobre la Tierra. Aun así no creo que sean poco realistas. Y esto se debe a que las divisiones del realismo son muchas —como dije arriba, hay idiomas naturales con características sorprendentes— pero en parte el realismo no necesita ser definido por lo que ya existe. De hecho, no debería serlo para nada.

El tercer instinto ayuda a crear vocabulario interesante; de hecho, en mi opinión es muy bueno para eso. Por supuesto, este lleva más tiempo que cuando se toma una palabra del primer instinto del modo en que un erudito que sepa muchos idiomas lo haría. Aun así, el tercer instinto no prohíbe usar el primer instinto, y de hecho no tenemos que usarlo siempre en vez del segundo tampoco. H13 dice que un idioma solo necesita de unas pocas peculiaridades interesantes para volverse memorable. Yo no pienso que es una mala idea escribir entradas simples del diccionario para 90% de la lista de Swadesh, con definiciones como “mujer”, “dos”, “largo”, “pez” —pero luego toma el 10% y entra en detalle para estas. Ni siquiera necesita arrojar los dados —solo escribe definiciones simples hasta que se te venga una idea al mirar cierta palabra. Y esto también tiene sentido tipológicamente, ya que los rangos semánticos no varían mucho en su mayor parte.

El tercer instinto puede usarse fuera del léxico. Supón que tengo un demostrativo proximal (“esto”) y uno distal (“eso”). Lógicamente deberían comportarse gramaticalmente de la misma manera, ya que son el mismo tipo de palabra; el primer instinto concuerda con el segundo aquí. Pero el tercer instinto rechaza esto. Uno de los dos se usa con un artículo, y el otro no. De hecho, podría expandir esto para crear un patrón general de demostrativos que se usan en vez de un artículo, trazando la división arbitraria de las palabras que pertenecen a esta clase. Luego decido añadir otra palabra que es un demostrativo normal, así que ahora tenemos un demostrativo distal que se usa con artículo y otro que no. Pero sigo el tercer instinto otra vez, y añado una sorpresa más: esta nueva palabra no se pone antes del sustantivo, sino después.

Claro está, el saber qué se puede hacer con una palabra es más difícil si no has estudiado tipología. Incluso la idea de poner una palabra después del sustantivo en vez de antes es más difícil si nunca has estudiado un idioma que haga esto.

Más difícil pero no imposible. Todo lo que necesitas hacer —de lo que se trata el tercer instinto— es escribir una descripción de cómo funciona tu gramática, incluso si no es más que una copia de tu libro de inglés de la escuela secundaria, y apuntar a alguna parte al azar y preguntarte, “¿qué pasaría si no fuera así?”

Incluso esto no imposibilita el realismo. Es difícil inventar algo completamente novedoso de esta manera, porque el fenómeno de ANADEW (un idioma natural ya lo hace excepto peor, por sus siglas en inglés) se encuentra por todas partes, pero quizá si lo intentas lo logras. Quizá rompas con una ley universal al crear un idioma con tonos ascendentes sin ningún descendente. No creo que importe. Yo pienso que al final el verdadero tipo de leyes universales que necesitas no son tipológicas. Estas son reglas que puedes seguir con la ayuda de la tipología, pero aun así es posible hacer estadísticas con un tamaño de muestra de un solo elemento, especialmente cuando la deviación estándar de la población es enorme.

Por ende prescribo las siguientes leyes universales:

  1. No tengas mucha complejidad, o muy poca. Es difícil definir qué cuenta como “mucha complejidad”. Puedes comparar tu conlang con tu lengua materna, pero también puede ser difícil darse cuenta de cuánta complejidad hay. Dicho esto, no es difícil seguir esta ley. Vivimos en un mundo donde ha habido gente que ha escrito libros enteros —libros gruesos— sobre el uso del artículo en griego antiguo. Lo más probable es que te vas a aburrir de inventar reglas gramaticales antes de que creas mucha complejidad. En cuanto a lo contrario, bueno, un idioma sin reglas para nada es simplemente una especie de lenguaje de cavernícola, muy aburrido. La mitad de la diversión se encuentra en inventar las reglas, y si no debería encontrarse en eso. Y sí te puedes acercar. De hecho, acercarse ayuda a ingeniar cosas interesantes. Es una buena manera de reinventar la serialización verbal, por ejemplo.
  2. No hagas todo superjetivo. Muchas veces los miembros de una categoría determinada, ya sea léxica o gramatical o fonológica, no abarca el rango entero de la categoría. Las palabras para decir “colina” en maótico varían según lo que cubre la colina, pero no es posible describir todo tipo de colina con solo una palabra. A veces se necesita un adjetivo. Los casos del idioma finés para describir la posición relativa de los objetos es extensa pero no exhaustiva. En cuanto a la gramática, crea palabras que sean defectivas. El inglés no tiene una forma infinitiva del verbo can ‘poder’. Todo esto es posible usando perífrasis. Piensa en otra manera de decir lo mismo en tu idioma, algo que sea un poco más difícil.
  3. No hagas todo injetivo. De hecho, haz que muchas cosas no sean injetivas. Es decir, introduce redundancia. El inglés (así como el español) tiene varias palabras para decir “pecho” según el registro, género y tamaño, pero en muchos casos más de una de estas categorías se aplica. Hay un verbo en griego antiguo que puede estar en la voz activa o la voz media sin distinción alguna en cuanto a significado; también puede tomar el caso acusativo o el dativo.
  4. Evita la redundancia homogénea. Al mismo tiempo, casi siempre hay diferencias, no importa cuán pequeñas, en cada par de sinónimos. Claro, puedes tener morfemas similares que sean sinónimos con prácticamente nada de diferencia, como -ness, -hood y -ship en inglés (los cuales son equivalentes del español -dad), pero en general trata de limitarlos a solo un par. Ask e inquire ‘preguntar’ en inglés se diferencian al menos en longitud, y en tener diferentes idiomas de origen. Hay muchas formas de expresar la intención en inglés y en español (“para”, “a fin de”, “con el fin de”, “con el propósito de”, “con el objetivo de”, “con la intención de”), y no todas son una conjunción de la misma longitud o la misma construcción.

Al seguir más y más el tercer instinto, se vuelve también más fácil usarlo, incluso fuera de la ideolingüística. En mi ideomundo de fantasía, ¿cómo debería tratarse la homosexualidad? El primer instinto dice que debería esconderse y ser motivo de deshonra, como es y ha sido el caso en muchas culturas. El segundo instinto rechaza esto, ya que no hay razón por la cual considerar la homosexualidad como algo malo, y debería entonces considerarse lo mismo que la heterosexualidad. El tercer instinto rechaza el segundo: la homosexualidad sí se considera inmoral. Pero seguir el primer instinto no es lo suficientemente interesante, así que añado un vuelco: la homosxualidad se considera aceptable bajo cierta condición; se considera aceptable si es entre un humano y un elfo, ya que los elfos son neoténicos. Aquí la analogía de la tipología ayuda, ya que en gran parte estoy tomando prestado el concepto de la pederastia, pero uso mis propias ideas, y fue el tercer instinto el que me llevó a esto.

Me parece que el tercer instinto me ayuda consistentemente para crear cosas que se sienten realistas y también interesantes. Espero que te ayuden igualmente.


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